Preservar el patrimonio arquitectónico es «hacer ciudad».
El 10 de noviembre de 1810 se produce la «revolución de Potosí», en la que un Cabildo Abierto eligió una Junta de Gobierno autónoma desconociendo la autoridad de la corona española; esta revuelta fue derrotada en 1812, sin embargo, fue un paso más hacia la Independencia. Pero el motivo de esta entrega no es esta gloriosa conmemoración, es recordar, mostrar y valorizar el legado arquitectónico que dejó un período de nuestra historia, en el que manos de artesanos indígenas, muy nuestros, labraron la piedra para crear obras como ésta que se muestra, la portada y torre de lo que fue la Iglesia de la Compañía de Jesús en Potosí, obra del barroco mestizo del Siglo XVIII. Es necesario mostrarla, difundirla y admirarla para preservarla, no vaya a ser que a los «iluminados falsos descolonizadores» se les ocurra hacerla desaparecer.