Sitio para expresar mis ideas sobre la ciudad vista desde la óptica profesional, pero con mente abierta y el propósito de despertar el interés de todos para abrir un ámbito de discusión de nuestra realidad y poder generar propuestas para mejorar nuestro “quehacer urbanístico”.
Autor: Jorge Valenzuela Valenzuela
Soy arquitecto urbanista, titulado en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), La Paz, Bolivia, tengo una Maestría en Arquitectura y Diseño Urbano (UMSA-Universidad de Buenos Aires-Centro Poiesis) y un Diplomado en Educación Superior y Enseñanza Universitaria (Università degli Studi Guglielmo Marconi-UVirtual). Experiencia de trabajo: Viceministro de Urbanismo (1985), Director Ejecutivo del Consejo del Plan Regulador de Sucre (1982-1984), Oficial Mayor de Gestión Territorial del GAMLP (2002-2005), Gerente General del Proyecto del Parque Urbano Central de La Paz (2005-2006). Consultor en Urbanismo, Diseño Urbano, Ordenamiento Territorial y Arquitectura en proyectos de: Banco Mundial, BID, NNUU, USAID, secretarías y Ministerios del Gobierno Boliviano, GAMLP e instituciones y personas del ámbito privado. Docente de pre-grado y post-grado en UMSA, UCB, UPSA y UPB. Arquitectura: Primeros Premios (3), Segundos Premios (2) y Menciones Honrosas (3) en concursos nacionales e internacionales de arquitectura y en la XII Bienal de Arquitectura Boliviana: Proyectos de arquitectura para instituciones públicas, personas e instituciones privadas desde 1976. Disertante invitado en congresos, seminarios y cursos nacionales e internacionales.
Preservar el patrimonio arquitectónico es «hacer ciudad».
El 10 de noviembre de 1810 se produce la «revolución de Potosí», en la que un Cabildo Abierto eligió una Junta de Gobierno autónoma desconociendo la autoridad de la corona española; esta revuelta fue derrotada en 1812, sin embargo, fue un paso más hacia la Independencia. Pero el motivo de esta entrega no es esta gloriosa conmemoración, es recordar, mostrar y valorizar el legado arquitectónico que dejó un período de nuestra historia, en el que manos de artesanos indígenas, muy nuestros, labraron la piedra para crear obras como ésta que se muestra, la portada y torre de lo que fue la Iglesia de la Compañía de Jesús en Potosí, obra del barroco mestizo del Siglo XVIII. Es necesario mostrarla, difundirla y admirarla para preservarla, no vaya a ser que a los «iluminados falsos descolonizadores» se les ocurra hacerla desaparecer.
Desde su definición, la planificación debe entenderse como un PROCESO de toma de decisiones, en el que deben considerarse la situación actual y los factores, externos o internos, que pueden influir en el logro de objetivos que delinean un futuro deseado. Es importante incidir en la idea de proceso, que se define como “un conjunto de actividades mutuamente relacionadas o que al interactuar juntas, simultánea o sucesivamente en los elementos de entrada los convierten en productos o resultados”.
Por otra parte, toda estrategia, acción o propuesta de desarrollo se manifestará de una u otra forma en el territorio, cuya ocupación, su dominio y explotación han sido, básicamente, las condicionantes de la historia de la humanidad sobre la Tierra, por lo que la planificación física, traducida en ordenamiento del territorio, es fundamental. Sin embargo, este ordenamiento no tiene sentido alguno si no se basa en los asentamientos humanos, cuya expresión más compleja son las ciudades, en las que, para el año 2050, habitará más del 75% de la población mundial.
La población se concentra en las ciudades buscando y, muchas veces, logrando oportunidades para mejores condiciones de vida, esta concentración también promueve la diversificación, disponibilidad y calidad de bienes y servicios, mejora la gestión de los servicios básicos, expande los beneficios de la tecnología y las comunicaciones y crea condiciones para la productividad en muchos sectores de la economía; pero, por otra parte, provoca grandes desafíos en la dotación de servicios básicos, en la producción de vivienda, en la generación de empleos, en la seguridad y en el ordenamiento del territorio, demandando la planificación del uso del suelo y la protección del medio ambiente y los recursos.
La concentración de la urbanización genera oportunidades y, al mismo tiempo, problemas que deben afrontarse; no frenar la urbanización, prepararse para ella. Fotografía: Laderas de La Paz, Luz y Sombra Photography, 2013.
Además de estas ventajas, los desafíos descritos se encuentran con problemas de desigualdad y pobreza crecientes en las áreas periurbanas y en el área rural, expansión no controlada de algunas ciudades (El Alto y Santa Cruz, por ejemplo) y condiciones de vulnerabilidad ante desastres naturales de diferente índole, según las variadas características del territorio, problemas que deben enfrentarse con una gestión eficiente de los asentamientos humanos, estrechamente vinculada con el desarrollo sostenible de las regiones y del país.
Hasta ahora, la expresión más importante de la vinculación de las ciudades con sus regiones se da con la migración de población rural hacia las concentraciones urbanas, ahondando los problemas de éstas, porque no se promueven efectivamente las actividades económicas secundarias, vinculadas a las primarias, en su lugar de origen. Como ejemplos: El Alto recibe ganado en pie para la producción de carne en mataderos con pésimas condiciones de operación y La Paz recibe cítricos o café de Los Yungas para su empaque en “industrias” ubicadas en el área urbana; el desarrollo sostenible en la región se posibilitaría si el valor agregado de faeneo, empaque y distribución al mercado urbano se generara en el lugar de origen del producto, lo que seguramente deba ser una iniciativa privada pero NECESARIAMENTE promovida por el Estado.
Generar valor agregado en el lugar de origen de la producción permitiría desarrollar ciudades intermedias y menores con actividad económica ligada a la especialización productiva de su región; economía comunitaria, sistema de ciudades, eficiencia espacial en la producción. Uno de los efectos positivos sería la reducción del flujo migratorio campo-ciudad. Gráfico: elaboración propia.
(En alguna entrega posterior hablaremos de mi concepción de la, demagógicamente, tan mentada “economía comunitaria”, que yo sí creo posible y es muy importante para el desarrollo urbano, aunque no como la predican. Tiene relación con la “función económica de las ciudades y regiones”).
Los ejemplos muestran con claridad las posibilidades de un desarrollo urbano vinculado al desarrollo rural que, con seguridad, debiera generar una reducción de la migración campo-ciudad, siempre y cuando, con una adecuada planificación, las poblaciones rurales relacionadas a la producción reciban los beneficios de las concentraciones urbanas, en un proceso que me atrevo a llamar “urbanización del campo”, con ciudades planificadas, vinculadas con su región, compactas, con actividad económica propia y con servicios, en una búsqueda de eficiencia espacial en la producción, basada en sistemas de ciudades, conectando ciudades grandes, intermedias y menores, haciendo que, junto al territorio en el que se asientan, se conviertan en motores del desarrollo.
Gráfico, de elaboración propia, con el que busco explicar el concepto de Sistema de Ciudades en el Territorio. Es sobre un territorio, con sus propias características medioambientales y con sus recursos, que construimos nuestro hábitat y nuestra vivienda, en centros poblados, cuya forma y jerarquía, articulación y conectividad y función o rol que ejercen, definen las condiciones de su integración en un SISTEMA.
Una vez definida la estructuración del sistema de ciudades es posible formular políticas para fomentar la concentración en más de una ciudad, empezando por las ciudades intermedias, posibilitando acciones más eficientes en cada una de ellas para reducir la pobreza urbana, fortalecer la economía y la planificación urbanas y lograr la sostenibilidad de los centros poblados y del sistema mismo.
No obstante que en Bolivia, según datos del Censo de Población de 2012, el 58.16% de la población se concentra en centros urbanos de más de 20.000 habitantes[1], la planificación que se realiza en el ámbito estatal está muy lejos de considerar esta realidad y la importancia de las ciudades como motores del desarrollo; para corroborar esta afirmación basta ver que la estructura del Estado cuenta con un Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras mientras que el desarrollo urbano está bajo la responsabilidad de una Dirección General de Desarrollo Urbano, dependiente del Viceministerio de Vivienda y Urbanismo, en el Ministerio de Obras Públicas, como si la ciudad fuera sólo infraestructura.
Sin embargo, se debe y es justo mencionar que, en los últimos meses, el Viceministerio de Urbanismo y Vivienda, con asistencia técnica y decidido apoyo de ONU-Hábitat, ha iniciado el trabajo de elaboración de la Política Nacional de Desarrollo Integral de Ciudades, un excelente esfuerzo para, por fin, generar una política de estado para el desarrollo urbano en Bolivia. Este trabajo ha buscado la participación de muchos sectores en reuniones, seminarios y consultas (de muchos de los cuales fui partícipe), llegando a la realización del Foro Urbano Nacional, el 30 y 31 de octubre pasados. Un excelente paso, aunque el Pronunciamiento del Foro haya acabado en un documento excesivamente largo, muy retórico y enfocado en detalles no muy importantes, cuyo análisis debiera ser objeto de otra entrega de este “blog” a futuro.
[1] En Bolivia se considera área urbana, desde mi punto de vista erradamente, a asentamientos con 2.000 habitantes o más, lo que incrementa este porcentaje a 67.33% de población urbana.
Imagen superior: Vista de Lipari, fotografía de Juan José Vázquez
De verdad, ¡qué estamos haciendo? Me parece incomprensible que una Universidad, UMSA en este caso, que se precia de tener una buena Facultad de Arquitectura, permita o propicie esta barbaridad. No obstante que no se tiene certeza de quién fue autor del edificio (sigo investigando) de la Facultad de Ingeniería en la Plaza del Obelisco, éste, con su sencillo «estilo internacional» (sin considerar la poco acertada pintura que le pusieron en algún momento, daño reparable) formaba parte de un conjunto que complementó bien el carácter racionalista y «art decó» de la Av. Camacho y los edificios que fueron apareciendo en los años 60’s en la Av. Mariscal Santa Cruz (Seguros Bolívar, Edificio Litoral). Consciente de ésto, el Arq. Norman Ramírez Montaño proyectó la ampliación del edificio (cuatro «crujías» en el extremo izquierdo), en los años 80’s, con excelente criterio y buen diseño. La sorpresa está en que la UMSA, mostrando una total falta de respeto por la historia de la arquitectura y el patrimonio arquitectónico, ha decidido recubrir el edificio con una fachada flotante de vidrio reflejante color verde ¿para «modernizar» o «actualizar» la infraestructura? ¿Cuál la opinión de la Facultad de Arquitectura? La arquitectura moderna es también parte del patrimonio arquitectónico nacional
Una cuarta entrega sobre los problemas urbanos de La Paz, los que me permití priorizar desde mi punto de vista y cuyas soluciones demandan grandes inversiones, verdadera voluntad política y efectiva participación. Ésta es la continuación de la del tema espacio público, nos enfocaremos en el uso que se le da en la ciudad; pero, también, se hará énfasis en las responsabilidades que, como autoridades, ciudadanos, inversores y profesionales asumimos.
Uso del Espacio Público
Hemos visto que el espacio público es insuficiente en la ciudad de La Paz, deficitario y con el problema de la escasez de áreas para encarar una reversión de ese déficit, veamos cómo usamos el que tenemos.
Las áreas verdes para el uso y disfrute de la población, además de escasas, están rodeadas de rejas;
las aceras, parte fundamental del más común de los espacios públicos, la calle, están ocupadas por comercio, formal e informal, servicios (talleres mecánicos, por ejemplo) o actividades particulares de construcción e, incluso, estacionamiento vehicular
Aceras ocupadas por comercio informal en La Paz
las plazas, pocas son espacios recreativos, en muchas hay invasión comercial, ocupaciones “temporales” por ferias que, de tanto repetirse, ya no son “tan temporales”;
la plaza cívica por excelencia, la Plaza Murillo, está prohibida para el ejercicio democrático de la libre expresión;
los parques urbanos, como el de Mallasa o el de Pura Pura, están aún en formación, especialmente este último, para ser atractivos y seguros espacios de recreación;
el Parque Urbano Central no logra consolidarse como un área de recreación, aunque áreas como las “canchitas” y el Laikakota son lugares atractivos y con mucha actividad. Soy muy crítico con el uso de “césped sintético” en campos deportivos en un parque urbano.
el riesgo de desaparición del Parque de la Revolución es real, la invasión de loteamientos parece imparable y lo mismo ocurre con las cerranías del sureste (Auquisamaña, Alto Calacoto, Alto La Florida), con asentamientos caros en proceso de consolidación (Urbanización Escondida, por ejemplo).
El área destinada al Jardín de la Revolución, que nunca llegó a consolidarse como el gran espacio verde y pulmón urbano que debió ser, está en peligro de desaparecer por la arremetida de loteadores. Obsérvese los movimientos de tierra ya realizados.
El paisaje como capital de la Ciudad Maravilla y su paulatina destrucción será tema de otra entrega.
¿Cuál es, entonces, el concepto de espacio público que tenemos como autoridades, como ciudadanos y como sociedad en general?
Hay autoridades que se consideran dueñas de todo, no se les pasa por la cabeza que son funcionarios administradores temporales de la propiedad de todos, no entienden que el Palacio de Gobierno (incluido el mamotreto recién construido), el edificio del Congreso (incluido el horror en construcción) o cualquiera de los edificios de los ministerios u otras oficinas estatales son edificios públicos (“público es aquello perteneciente a toda la sociedad o común del pueblo”, señala el diccionario), por tanto esos edificios son de todos nosotros y nosotros, al ejercer democracia, hacemos a esas autoridades sus administradores temporales. Sin embargo, lo primero que le ponen a un edificio público son rejas, o restringen el paso por una vía pública porque es “la calle de la casa del pueblo” (sí, con minúsculas), por la calle donde se ubica la residencia presidencial no circulan vehículos desde las 10 de la noche, por la acera de esa misma calle no pueden circular peatones nunca!!! ¿Por qué? ¿No es nuestra ciudad? ¿No es nuestro espacio? Menudo inquilino tiene esta hermosa ciudad, sí, inquilino, porque eso es el aparato del gobierno central en la ciudad de La Paz.
También la autoridad municipal, quizás en su celo por el mantenimiento y cuidado de las escasas áreas verdes, restringe el uso y disfrute de los espacios públicos colocando rejas, incluso peligrosas por su diseño, rodeando áreas que debieran ser abiertas y de acceso libre para todos (ver foto de encabezado). También pienso que debiera asumir responsabilidad por la ocupación indiscriminada del espacio público que hace el comercio informal, no ejerce control, carece de información, o si la tiene no la usa adecuadamente, y va perdiendo autoridad frente a organizaciones que se hacen cada vez más fuertes, hasta peligrosas, y se adueñan de la ciudad ¿sin vuelta atrás?, esperemos que no.
Pero aquí entra la idea de espacio público que tenemos los ciudadanos, ese acceso libre que reclamo ¿asegura el cuidado y el mantenimiento que, con esfuerzo, busca la autoridad municipal? Este es un aspecto muy importante del uso y disfrute del espacio público. “Pseudo-graffiteros” (respeto el “graffiti” como arte) ensucian la ciudad con garabatos que, en su mayor parte, son copiados, queriendo “hacerse dueños” de nuestros espacios visuales, destruyen con su mugre pintada monumentos y edificios patrimoniales, pintan sobre piedra como si fuera una superficie cualquiera de plástico, seguramente porque no saben, o no les importa, que la piedra es el material más noble que nos da la naturaleza, por el tiempo que ella se ha tomado en crearla; en este crimen se les suman los “pseudo-graffiteros esbirros” de los políticos en tiempos de elecciones (pobre ciudad, lo se le viene en muy poco tiempo!!!).
Fachada del Centro Cultural de España en La Paz, proyecto del Arq. Julio Mariaca Pando que data de 1937, construido en piedra, ahora dañada por «pseudo-grafitteros» con garabatos sin sentido que no consideran la importancia de la obra ni el valor de la piedra como material.
Hay quienes pisotean jardines bien trabajados, que destruyen plantas y árboles, que echan basura en fuentes de agua (por eso no hay muchas), que sacan a calles, plazas y parques a sus mascotas y que no limpian lo que éstas ensucian, que dejan basura por donde pasan o la tiran desde sus vehículos en marcha; con esta mentalidad, el acceso libre al espacio público se vuelve un peligro.
Tampoco hay respeto por la libre circulación que favorece al flujo vehicular, las empresas proveedoras a comercios detienen sus camiones sin discriminar vías principales, a cualquier hora, interrumpiendo como «por derecho» el flujo de la circulación vehicular, como lo hacen empresas de servicios para las que las vías son consideradas espacios de estacionamiento como un «derecho adquirido» por su actividad.
Ocupación indiscriminada de la vía en provecho del negocio privado.
Como sociedad en general no hemos entendido la idea de espacio público, los bloqueos contra la autoridad son una restricción al uso y disfrute del espacio nuestro, restricción generada por nosotros mismos, nos bloqueamos para protestar contra las autoridades que, insensibles, les interesa un bledo el bloqueo porque a ellas no les afecta, sin embargo, con cada bloqueo hacemos la ciudad menos amigable para nosotros mismos y, lamentablemente, nos hemos acostumbrado y hemos hecho del bloqueo parte de nuestra cotidianeidad ¿es justo?
El uso del espacio público como mercado, por su connotación social, por su importancia en nuestra ciudad y por su dimensión, será analizado en otra entrega.
Imagen superior: Vista nocturna de la Fuente de Neptuno en la Plaza del Montíclo, Sopocachi, fotografiada por «Lived Moments – Samito», 2015.
Esta entrega parecerá un tanto informativa o con un «toque académico», pero es necesario mostrar lo que considero problema sobre el espacio público, su déficit y características en La Paz, como una tercera entrega sobre sus problemas urbanos, los que me permití priorizar desde mi punto de vista y cuyas soluciones demandan grandes inversiones, verdadera voluntad política y efectiva participación; en una entrega siguiente se tocará el uso que se hace de él y se hará énfasis en las responsabilidades que, como autoridades, ciudadanos, inversores y profesionales asumimos.
Espacio Público
Desde que el hombre se hizo sedentario y empezó a vivir en comunidad, generó áreas de uso compartido; las grandes civilizaciones mesopotámicas y Egipto lo hicieron creando avenidas y espacios alrededor, para o en sus templos, pero el espacio público por excelencia nace con la democracia, en Grecia; basta ver el carácter introvertido de su vivienda y la importancia de la vida pública en ágora y acrópolis para entender el valor que el espacio comunitario tenía en las ciudades griegas.
En las ciudades contemporáneas, desde que, en el Siglo XIX, surge el urbanismo como disciplina, el espacio público y las áreas verdes son importantísimos componentes urbanos para definir la calidad de vida, dimensionados en función de la población y los requerimientos ambientales. Parámetros internacionales definidos desde la apreciación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), consideran óptimo para la calidad de vida urbana el dato de 9 m2 de área verde por habitante, además de los espacios públicos “secos” (plazas, explanadas, atrios, vías etc.); según información de EMA Verde, en La Paz se cuenta con 2,48 m2 de área verde por habitante.
La Paz vista desde el noreste. Las grandes áreas libres son barrancos, taludes o altas pendientes, algunas con posibilidad de uso pero a costos muy altos, otros son resultado de deslizamientos, difícilmente adecuables para uso; sin embargo, varias pueden ser áreas forestales. Al fondo el perfil de la ciudad de El Alto. Fotografía publicada por Brayan Barboza Torres-2015.
Espacio Público en La Paz
En La Paz, el espacio público es escaso y deficitario para la cantidad de población que alberga, eso nadie lo puede negar y, por la accidentada topografía y la ocupación acelerada y no planificada del territorio a lo largo de años, es también escasa la disponibilidad de áreas para nuevos espacios públicos e, incluso, para equipamientos comunitarios. El Bosque de Pura Pura, el Parque Urbano Central, el Jardín de la Revolución, el Valle de la Luna y el Parque de Mallasa son, las posibles y aún factibles, grandes áreas verdes del área metropolitana de La Paz; todos estos espacios han sufrido, en algún momento, invasiones con ocupación para vivienda, algunos de ellos todavía deben soportar presión de nuevos avasallamientos como el Jardín de la Revolución y el Parque de Mallasa.
Es innegable que, desde el año 2000 se ha iniciado, con éxito, un proceso de “recuperación verde” de la ciudad y que desde entonces se ven más áreas vegetadas y espacios abiertos para uso público en La Paz, sin embargo, el déficit heredado del acelerado crecimiento urbano y el descontrolado proceso de ocupación del territorio era enorme y aun, a pesar del esfuerzo, no se logra revertir.
Parque Urbano Central. Ubicado entre los tradicionales barrios de Sopocachi y Miraflores, aún no se ha logrado consolidar como elemento integrador y tampoco se ha incentivado su uso masivo, salvo el de algunos sectores; la topografía accidentada es uno de los obstáculos. –Fotografía de autor desconocido-2012.
En la mancha urbana de La Paz, aparte de algunas plazas, relativamente dimensionadas y diseñadas, los espacios públicos son áreas residuales de trazos viales y de ocupaciones antiguas, taludes, jardineras y rotondas resultantes de los requerimientos de vías que, al igual que las plazas, por los esfuerzos de mantener sus jardines, muchas están rodeadas de rejas, lo que restringe su calidad de “público” y la libertad de su uso, que debe ser el principio fundamental de su existencia.
Las posibilidades de incrementar espacios para forestación que, en el proyecto elaborado con apoyo de la GTZ en los años 90’s, se ubicaban en las laderas y en los cerros circundantes de la ciudad, cada vez son menos. Los problemas jurisdiccionales que se generan por indefinición de límites y el incipiente control municipal dan paso a una indiscriminada ocupación de estos espacios; cada vez son más las huellas de movimientos de tierra que destruyen el patrimonio natural del paisaje urbano, trabajos de “urbanización” y “desarrollos” inmobiliarios irresponsables que surgen de manejos muy dudosos de los derechos propietarios de esos espacios, un tema que, por su importancia para la gestión del suelo urbano, veremos en otra entrega.
(El paisaje como capital de la Ciudad Maravilla y su paulatina destrucción será tema de otra entrega).
La Plaza San Francisco es el espacio público por excelencia en la ciudad de La Paz, es “la bisagra” de la expresión espacial de la “ciudad de españoles” y la “ciudad de los indios” de la colonia, es sitio de encuentro y de actividad múltiple, es un lugar en la ciudad, en él se lee claramente ese concepto sobre el ámbito urbano expresado por el maestro Aldo Rossi: “la ciudad es el lugar de la política, el espacio donde las manifestaciones colectivas expresan su voluntad”. La Plaza San Francisco es también importante por todos los hechos históricos que en este espacio se han dado, tanto como el mismo Rossi nos enseña «……los lugares son más fuertes que las personas, el escenario más que el acontecimiento».
Plaza de San Francisco, el espacio público por excelencia de la ciudad de La Paz, a la derecha la Basílica Mayor de San francisco, importante monumento colonial; a la izquierda y de frente la Av. Montes y la Av. Macal. Santa Cruz, construidas sobre el río Choqueyapu, embovedado, a principios del Siglo XX. Fotografía de Dionicius Dionicius-2015.
Responsabilidades
El gobierno municipal ha asumido su responsabilidad desde la creación de la Empresa Municipal de Áreas Verdes (EMA Verde) y, como se dijo líneas arriba, la situación ha mejorado para la ciudad; sin embargo, queda mucho trabajo por delante, no solamente de “recuperación verde”, sobre todo de generación de nuevos espacios públicos, de control y aprovechamiento de áreas libres, de mejoramiento del espacio público existente, incluido el espacio vial y, como veremos en la siguiente entrega, de involucramiento del sector privado en la creación, preservación y revalorización del espacio público.
Nuestra responsabilidad de ciudadanos está en el control social, vigilando nuestros espacios comunes, nuestra responsabilidad de profesionales está en asegurarnos, al momento de aceptar un trabajo, de no estar quebrantando la norma ante el requerimiento del cliente, lo que corresponde al comportamiento ético de arquitectos, abogados e ingenieros, nuestra responsabilidad como docentes está en, además de enseñar la ciencia, la técnica y el arte, enseñar sobre los valores éticos y nuestra responsabilidad como padres está en enseñar a nuestros hijos valores de vida para el respeto a los demás y que aprendan que el bien común está por encima del interés personal.
Fotografía de encabezado: Philip Kittelson-2016, Plaza Isabel La Católica, Sopocachi.
Más información sobre las áreas verdes se encuentra en los siguientes sitios web que, aunque algo desactualizados, muestran bastante de lo que se tiene en la ciudad y del trabajo desarrollado:
Continuando con la revisión de los problemas urbanos cuyas soluciones demandan grandes inversiones, verdadera voluntad política y efectiva participación, tomamos los problemas de movilidad urbana, que van más allá del transporte y de la infraestructura vial, pasan por la accesibilidad y autonomía, cercanía, seguridad y uso del espacio público. Pero, también, se hará énfasis en las responsabilidades que, como autoridades, ciudadanos, inversores y profesionales asumimos.
Movilidad urbana
Es indudable que la circulación vehicular se ha hecho muy pesada en la ciudad de La Paz, además de un transporte público basado en unidades pequeñas (“minibuses”), con capacidad de entre 10 y 15 pasajeros, hay grandes oportunidades para importar y adquirir vehículos nuevos y otras que facilitan el contrabando y la informalidad total, incrementando anualmente, según información del GAMLP, en 12,000 unidades el parque automotor.
Aún no creo mucho en la capacidad del teleférico como transporte público masivo, indudablemente ha generado, además de un gran y dañino impacto sobe el espacio público, comodidades para muchos usuarios en determinados tramos, conectividad rápida y atractiva y alternativa al transporte bloqueado; quizá su mayor ventaja está en las líneas roja y amarilla, ahora también la morada, porque unen el conglomerado La Paz-El Alto salvando 200 metros de desnivel. Sin embargo, concluida la red y las interconexiones, en el tiempo, habrá que medir y analizar su importancia y aporte en las mejoras a la movilidad.
El sistema de transporte de La Paz Bus, los buses Puma Katari que, sin duda, con su servicio han creado una cultura de respeto, educación y buena ciudadanía, trasladada también al teleférico, no obstante ser “más masivo”, aún no ofrece un balance efectivo en su aporte para resolver los problemas de movilidad urbana. En mi opinión, todavía no lo logra, porque el poder y la presión de los sindicatos de transportistas “minibuseros” no le permiten cubrir las rutas principales y de mayor demanda y, también, porque el sistema está aún incompleto y en proceso de conformación. El transporte masivo, ideado por La Paz Bus, tiene un largo camino para desarrollarse y una dura batalla contra los intereses del, aún, monopolio de los poderosos grupos y sindicatos de transportistas.
Importancia del transporte público masivo para la sostenibilidad del desarrollo urbano. (Gráficos del «Manual de diseño de calles para las ciudades bolivianas», Proyecto Aire Limpio y Swisscontact, 2015)
Pero también debemos ver otras causas de este desorden y de la incapacidad de resolverlo con lo hecho hasta ahora; desde mi punto de vista, la más importante es que no planificamos ni ordenamos la ciudad. El maestro Richard Rogers afirma que “cuanto más se expanden las ciudades, menos rentable resulta la expansión de sus sistemas de transporte público y, por tanto, más dependientes son los ciudadanos del vehículo privado”.
Por ello debemos preocuparnos por lo que ocurre en El Alto, con una expansión que, facilitada por la topografía de su territorio, parece ilimitada, como también lo parece la de Santa Cruz de la Sierra, ciudad en la que ya está claro que el peatón ha perdido toda posibilidad de moverse con facilidad, tranquilidad y seguridad, es una ciudad hecha y haciéndose para el vehículo. Esta visión errada en el ordenamiento de nuestras ciudades obliga a imaginar soluciones muy caras y, posiblemente, poco efectivas y con fuerte impacto, como el proyectado tren metropolitano de Cochabamba e incluso el teleférico en La Paz.
Coherente con su análisis y diagnóstico, la propuesta de Richard Rogers es la de “superar el urbanismo de función única y del predominio del automóvil”, creando una ciudad compacta y policéntrica. La “policentralidad” implica la sobreposición de funciones, la desconcentración de actividades, la cercanía y accesibilidad, condiciones de un urbanismo sostenible, para lo que La Paz presenta características y condiciones más que interesantes; de los componentes “origen y destino” del análisis de demanda de transporte, debemos “modificar el destino”, por ello, en el Plan La Paz 2040 logramos introducir el concepto y de éste nació el Programa de Centralidades, tema que será desarrollado con detalle en otra entrega.
El concepto que planteo de «modificar el destino» a partir de la consolidación o creación de nuevas centralidades. (Mapa de origen y destino de la movilidad urbana elaborado por el Instituto del Transporte y Vías de Comunicación de la UMSA)
La tendencia, casi normal, para resolver los problemas de circulación es la de ampliar la infraestructura vial, ensanchar avenidas y calles, construir distribuidores, abrir nuevas vías, etc., pero, como ya dijo el sociólogo, historiador, filósofo de la tecno-ciencia, filólogo y urbanista Lewis Mumford: “ampliar el número de vías de una autopista para reducir la congestión vial es como aflojar el cinturón para resolver la obesidad”.
Soy un convencido que tenemos infraestructura suficiente, más ahora que el GAMLP está construyendo grandes distribuidores de tráfico (serán comentados oportunamente en otras entregas); gran parte del caos vehicular, en mi opinión, radica en el sobre-dimensionado de vías, lo que permite a conductores poco educados e irresponsables hacer lo que quieren. Redimensionar adecuadamente anchos de vías, cruces, paradas y otros espacios de circulación vehicular, permitiría recuperar espacio público para el ciudadano de a pie, ordenar la circulación vehicular y controlar exceso de velocidad, temas que, también, podremos verlos en otras entregas.
Ejemplo de recuperación del espacio público con el redimensionado de vías en la zona del Cementerio de Sucre, Bolivia. (Gráficos del «Manual de diseño de calles para las ciudades bolivianas» , Proyecto Aire Limpio y Swisscontact, 2015)
Responsabilidades
Sobre las responsabilidades de autoridades se habló líneas arriba, siendo la planificación la más importante, pero hablamos de planificación participativa, no la de “informar sobre lo que estamos haciendo” que es como se han elaborado algunos planes, programas y proyectos siempre y por años. Sin embargo, en esta tan mentada planificación participativa, el ciudadano consultado debe tener claro que no se trata de pedir o demandar, tampoco de buscar el interés sectorial o de “mi barrio” o “mi calle” e, incluso, “mi casa y yo”, debemos aprender la importancia y el valor delbien común.
La educación es vital para buscar soluciones a este problema, se ha avanzado bastante con las “cebras” y otros esfuerzos municipales, sin embargo, mientras no se de la formación de conciencia ciudadana desde la infancia, en las aulas y en el hogar, seguirán los transportistas ignorando el rojo en los semáforos, la parada, el servicio al ciudadano y el usuario “apoyando” el caos adaptándose a sus causas. Asimismo, los conductores particulares desconociendo la obligación de las reglas, incumpliéndolas con prepotencia frente a los que ejercen el control y éstos sucumbiendo a la “coima”, etc.
En 2013, el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz concluyó la elaboración del primer plan municipal de largo aliento en el país, generando un marco que debería guiar las acciones para el desarrollo del municipio en los siguientes 25 años desde su conclusión, el “Plan La Paz 2040”. El plan propone ejes estratégicos para la ciudad referidos a la sustentabilidad, la seguridad y capacidad de adaptación al cambio climático, al ordenamiento territorial, el desarrollo humano, el económico y el institucional.
No es la intención de este artículo hacer un análisis del Plan 2040, que desde ya es muy completo y muy pertinente en cuanto a su visión del municipio y de la ciudad; el propósito es llamar la atención sobre su alcance y apoyar a su implementación a partir del concepto de proceso. Si bien el plan abarca el municipio, es innegable su fuerte incidencia sobre el área urbana, dado que entonces el amplísimo territorio del área rural contaba con 12.000 habitantes y, además, es de mi interés el referirme, por ahora, a los temas urbanos.
Los problemas de la ciudad
No contradigo en nada con el Plan 2040 si, desde mi punto de vista, afirmo que la ciudad de La Paz tiene enormes problemas, cuyas soluciones, visualizadas con claridad en el plan, demandan grandes inversiones, verdadera voluntad política y efectiva participación. En mi opinión, los mayores problemas de la ciudad son, en orden de importancia:
los de sanidad y medio ambiente,
los de movilidad urbana y
el déficit y uso del espacio público;
dentro de estos ámbitos generales inciden una serie de condiciones, características y problemas inscritos en campos contenidos por los mismos.
Sanidad y medio ambiente
Siempre se menciona que La Paz está asentada sobre más de 200 ríos, afluentes de sus cuencas Orkojahuira, Irpavi, Achumani y Huayñajahuira, todas afluentes del Río Choqueyapu; sin embargo, esos ríos, incluidos los principales de las cuencas, ahora son la red de alcantarillado sanitario de la ciudad, que desemboca en el Río La Paz que, a su vez, riega las áreas de cultivo de Mecapaca y “río abajo”. Por eso es que éste es el problema mayor de la ciudad y su solución va por generar una red colectora de alcantarillado y plantas de tratamiento, lo que, nadie puede negar, cuesta millones, pero no por eso debe dejar de ser una prioridad.
Desde que el crecimiento de la ciudad se aceleró, allá por los años 1900, la solución que se le ha dado a la contaminación de los cursos de agua ha sido embovedar, cerrarlos y “problema resuelto”, red de alcantarillado enterrada y, lamentablemente, esa mentalidad persiste en la actualidad. Ya hay un proyecto para embovedar el Choqueyapu desde “La Gruta” hasta Obrajes, en el sector donde la elevada pendiente posibilita mayor oxigenación a las contaminadas aguas, incluso, un programa tan nuevo como el de “Centralidades”, en las bases del concurso para la propuesta de la Centralidad de Obrajes planteaba el embovedado del río.
El Plan de Ordenamiento Urbano, elaborado entre 2002 y 2004, sin aprobación ni seguimiento, hoy obsoleto y perdido en algún anaquel, proponía en su estrategia de intervención un Plan Maestro del Sur, el de recuperación ambiental de la ciudad, considerando que el área tiene los ríos Irpavi, Achumani, Huayñajahuira y una parte del Choqueyapu canalizados pero a cielo abierto. Hoy estos cursos de agua ya están contaminados y malolientes. A esto debe sumarse una administración del abastecimiento y distribución de agua potable y del sistema sanitario de la ciudad centralizada, por intereses políticos en el Gobierno Central (EPSAS), restringiendo más aún las oportunidades al Gobierno Municipal para una gestión ambiental efectiva.
Responsabilidades
Los desarrollos inmobiliarios y otros proyectos que han proliferado en este sector de la ciudad y otros más arriba (en el Parque Urbano Central), resultantes de la etapa de bonanza económica que ha vivido el país, generados por promotores privados, empresarios, profesionales e incluso instituciones públicas, NO se han percatado siquiera de su responsabilidad frente a este problema porque “la normativa no lo exige”. Efectivamente, la norma es incompleta, elaborada como si las responsabilidades sobre la ciudad fueran únicamente de la autoridad, reglamenta solamente ocupación del suelo y patrones de edificación, pero la responsabilidad privada, que se beneficia económicamente con los proyectos que desarrolla, no considera el impacto que sus negocios están infringiendo a la ciudad y su medio ambiente.
Además que estos proyectos inmobiliarios y de equipamientos no consideran la posibilidad, o necesidad, de tratar sus aguas servidas antes de verterlas a los “ríos sanitarios”, lo cual aliviaría en mucho el problema, tampoco ponen interés en entender el espíritu de la norma que, por ejemplo, exige un Área Mínima Verde con el propósito de aumentar las oportunidades de escurrimiento de aguas de lluvia e incrementar la oxigenación. Mostrando “viveza criolla” o total mediocridad profesional, hay muchos ejemplos de edificios que cubren estas “áreas verdes” con pasto sintético, como si lo de área verde se refiriera al color, e incluso ponen árboles y arbustos de plástico!! Lamentablemente sin control municipal.
“La ciudad la hacemos todos”, esa oración la han usado políticos, promotores, empresarios o profesionales tantas veces……. Qué pena que suene a “slogan”, porque pierde mucho de su fuerza como certidumbre; sin embargo, personalmente considero que es una afirmación totalmente cierta.
“El hacer ciudad” es responsabilidad de todos: autoridades y ciudadanos adultos, jóvenes y niños, como personas individuales o formando parte de colectivos u organizaciones sociales, cívicas o profesionales. Esta responsabilidad la asumimos todos los días, a tiempo de movilizarnos, de realizar nuestro trabajo, de educarnos, de divertirnos, en resumen, “hacemos la ciudad” todo el tiempo porque la ciudad es el medio natural y construido y sus pobladores.
Es por eso que decidí crear este sitio para expresar mis ideas sobre la ciudad vista desde la óptica profesional, pero con mente abierta y el propósito de despertar el interés de todos para abrir un ámbito de discusión de nuestra realidad y poder generar propuestas para mejorar nuestro “quehacer urbanístico”.
Si bien tocaré aspectos que tienen que ver con la ciudad o los asentamientos humanos en el país, la principal referencia, aunque no la única, para desarrollar esas ideas será la ciudad de La Paz, donde vivo desde 1967 con algunos intervalos de residencia en Sucre y Cochabamba. Soy un ávido observador del movimiento, la vida, la forma y la arquitectura de las ciudades que visito, me gusta analizar lo que veo, pero, si hubo resultados de esas experiencias, los guardé para mi, salvo aislados comentarios.
He tenido estudios y maestros que me han formado y me han abierto los ojos y me gusta leer sobre los temas urbanos, he vivido experiencias de trabajo muy enriquecedoras, en las que he tenido la oportunidad de expresar mis ideas, con aceptación o sin ella, muchas veces con gente de la que he podido aprender mucho y con la que he compartido lo que se, posibilitando resultados valiosos. No soy un erudito en el tema pero creo haber vivido experiencias que han quedado como parte de mi formación.
Desde ahora, en este sitio, expresaré con plena libertad mis ideas sobre temas de ordenamiento territorial, ordenamiento urbano, diseño urbano, normativa, la ciudad y sus componentes y también sobre lo que la ciudad y el uso que hacemos de ella me muestren en el día a día. Seguramente una entrega no será suficiente para un tema, especialmente porque creo que debo hacer entregas no demasiado extensas, por ello les pido paciencia.
Les agradezco leerme, pero les agradeceré más comentarme, discutirme, complementarme o refutarme, ahí estará la riqueza de lo que busco así como la posibilidad de aprender unos de otros.